El Gato con botas, la Cenicienta, las botas de las siete leguas, zapatos mágicos de Dorothy en el Mago de Oz…….¿Qué tienen en común?
Voy a contaros un cuento (el de la buena pipa), para liaros un poco más. Siempre consejos para entender y hacer pensar un poco. Sencillo (¡ni en sueños!).
Érese una vez que se era un muchachito que me pregunta: “Kike, necesito unas botas. ¿Qué marca me compro?”.
-¿Marca?, ¡marca la que van a dejar en los pies!.
Y aquí empezó el cuento de la buena pipa……Si, si, fue aquí, no le deis más vueltas.
Primero empezaremos diciendo que las botas, que ahora tienen apellidos como senderismo, trekking, aproximación y un largo etc. Del tipo que sean se compran por la horma, es decir, por como nos queda. Si te coincide con una marca en concreto, pues muy bien, de lo contrario habrá que recorrer tiendas y probar unas cuantas hasta dar con las adecuadas.
Segundo, por llevar las botas y cuando digo botas, me refiero a calzado, que lleva fulanito de tal que sale en las revistas y redes sociales, no significa que nos queden bien o que vayamos a poder hacer lo que hace este personaje por el monte. El mejor ejemplo que tengo y experiencia son los pastores con los que he trabajado por la zona de Picos de Europa, con sus chanclos y las zapatillas de andar por casa, esas de cuadritos que todos hemos tenido alguna vez, que nadie lo niegue. Pues con ese calzado, sin suela de marca, ni cordones, ni membrana súper impermeable ni tonterías, por donde anda esta gente yo he tenido los sudores de la muerte. ¡Pero que matao el tío este!. Y no lo niego, pero (siempre hay un pero) ellos tienen una cosa que se llama PROPIOCEPCIÓN. Qué ,¿Cómo os habéis quedado?, pues bueno, esa palabreja la tenemos todos, unos más desarrollada que otros y ni más ni menos que esa gente está acostumbrada a pisar por terrenos difíciles e irregulares. Si no estamos de salir al monte, de andar por una pista, un sendero o campo a través vamos mal. Cuando tenemos ese entrenamiento, el calzado nos puede ayudar, pero no hace milagros ni por asomo.
Recordad que para disfrutar del monte no hace falta meterse por sitios difíciles.
Pues ahora nos vamos de compras. El calzado me tiene que quedar bien, que no me apriete por ningún sito y por descontado que me pruebo el pie derecho e izquierdo ya que no son iguales.
Miramos la suela, deciros que hay una marca muy conocida, pero que tiene diferentes calidades y puedo decir que tengo unas botas que ven el agua y los patinazos son constantes, pero cualquier suela va a fallar en eso en mayor o menor medida. En seco agarran todas y en barro o tierra suelta depende del dibujo que tenga, pero repito, ayuda pero no hace milagros. Si la tierra está muy suelta, pues se va a marchar y con barro, cuando se me llene el dibujo con él pues patinaré, no hay tu tía. La rigidez de la bota tiene que ir en sintonía con las actividades que vamos a realizar. Una bota muy rígida, para andar en verano o por terrenos que no son complicados (nieve por ejemplo) son un suplicio y son demasiado blandas nos podemos llevar un disgusto al ver que nos las hemos cargado en nada. La eterna pregunta de si es necesario comprar diferentes botas. Pues sí y no (el cuento de la buena pipa continua…). Sí, si voy a utilizar, por ejemplo, con crampones pues necesito cierta rigidez para poder poner los pinchitos y que no se me salgan cuando no deben. Pero si voy a disfrutar por terreno no tan complicado, con un par de una rigidez “media” voy que chuto.
Una bota rígida como tal, son muy específicas para crampones automáticos, pero esto es harina de otro costal. Cuando hablo de “cierta rigidez” es por que hay crampones, que hace años se llamaban “de correas”, por ser el medio de anclaje a la bota, ahora llevan dos secciones de material plástico en la puntera y en el talón que se unen por una correa.
Membrana impermeable si o no, ( ….oño el tío!). Con pasta se compra todo, pero deciros que si leéis las especificaciones de cualquier prenda impermeable, con cualquier membrana, le dan un tiempo de vida relativamente bajo para el precio que tiene. Si contamos que tenemos unas zapatillas que vamos a usar, no las vamos a tener en la estantería de casa y que va a doblar repetidas veces por el mismo sitio, va a calar por ese sitio. Antiguamente se daba grasa de caballo a las botas de cuero y aguantaban el agua como una membrana moderna, igual, pues no nos vamos a ir metiendo por los charcos, pero hay un montón de esas membranas en el mercado, no es necesario la más cara, simplemente la que nos sirva. Tienen sus inconvenientes y el principal es que por mucho que digan que transpiran no lo hacen a la velocidad que debería, por lógica se nos va a cocer el pie. Para procurar evitarlo no hay nada mejor que un buen calcetín. Y otro inconveniente o error, es pensar que son más calientes, esas membranas son impermeables y cortavientos nada más.
Y ahora, la mayor tontería: Atarnos los cordones.
Nos hemos gastado el dinero, estamos contentos con la compra, pero a la hora de andar se nos desatan los cordones. Ocurre, solución, cordones nuevos, no hay otra si no queremos estar haciendo genuflexiones durante toda la ruta. Siempre digo lo mismo cuando me preguntan sobre las botas de esquí y vale para todo tipo de calzado, los cordones tienen que sujetar, no apretar. Con tiento y luego con las marcas que quedan en los cordones, damos tensión a estos. Hay que tener en cuenta que si apretamos al cabo de un tiempo de andar se nos van a hinchar los pies con lo que nos va a oprimir en exceso, incluso nos puede generar alguna lesión
Recordar que hay que salir a disfrutar, sin meterse en berenjenales si no lo tenemos claro y hacemos lo que nosotros queremos o podemos, no lo que hacen los otros….

¡Pues mira que fue largo el cuento!

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